LA TRASMUTACIÓN DE NUESTRO "YO TRIDIMENSIONAL"

“Indudablemente no podemos eliminar de nuestra psiquis al ego,
y esto es obvio por cuanto es nuestro propio pensamiento.
Es más, es con el propio ego que podemos alcanzar
un mayor grado de conciencia si somos capaces de sublimar
la energía de su pensamiento.”
-Shilcars-



EL EGO NO EVOLUCIONA PERO SE TRANSMUTA 
El ego se transmuta mediante un determinado procedimiento psicológico llamado alquimia. 
En realidad es el propio equilibrio entre la consciencia y el ego. Cuando se produce el 
equilibrio perfecto entre ambos, aparece un tercer elemento: la Trinidad, que actúa a 
modo de fiel de la balanza. Así pues al ego no lo eliminamos, tampoco lo erradicamos. 
Aunque el ego también crece en la misma medida en que a su vez alcanzamos un mayor 
grado de consciencia. Grado que alcanzamos a través de la comprensión profunda, 
mediante la transmutación de nuestro propio ego o pensamiento. habremos de dar 
nueva forma a nuestra composición adeneística y cromosómica. 
Desde la Confederación venimos diciendo todos estos años a los grupos de contacto, 
que estamos todos interpenetrados, que todo el Cosmos está interconectado, de tal 
modo, que cualquier cambio que se produce en la más pequeña molécula trasciende 
todo el Universo. 
Si uno de nosotros cambiamos, cambian los demás. Si nosotros alcanzamos un grado 
de vibración, ese mismo grado se transmite a todos en el holograma cósmico. Cualquiera 
de nosotros puede transformar el ego de los demás, y más que transformar, transmutar. 
El proceso egoico es propio de la manifestación, y cualquiera de nosotros tenemos ego 
porque somos manifestación. Siendo como somos un reflejo del Absoluto que se ha 
diversificado infinitamente en dicha manifestación. 

EL PAPEL DEL EGO 
Nos parece todo muy difícil precisamente porque nos hallamos limitados de comprensión, 
pero no de capacidad para ella. Efectivamente, disponemos de gran capacidad porque 
nuestra mente es fiel reflejo de un concepto absoluto, y a la que previamente se le han 
asignado limitaciones propias de la manifestación tridimensional. 
Estamos limitados precisamente por ese mundo de manifestación, digámosle ego. Un 
proceso egoico que invalida a veces, y muchas veces, el acceso a la comprensión 
diáfana. 
Todo ello no es casualidad, como tampoco arbitrariedad o negación de la propia creación, 
sino que es tan solo una medida preventiva. Nuestras mentes aún no están preparadas 
para liberarse totalmente de condicionamientos egoicos y poder darnos a conocer 
nuestra verdadera realidad. 
Con tal medida preventiva y de limitación, se manifiesta el ego en nuestro pensamiento 
invalida la libre y consciente experimentación en la adimensionalidad. Y ha llegado el 
momento en que esta venda de los ojos desaparezca, pero antes habremos de dar 
nueva forma a nuestra composición adeneística y cromosómica. 
Desde la Confederación venimos diciendo todos estos años a los grupos de contacto, que 
estamos todos interpenetrados, que todo el Cosmos está interconectado, de tal modo, que 
cualquier cambio que se produce en la más pequeña molécula trasciende todo el Universo. 
Si uno de nosotros cambiamos, cambian los demás. Si nosotros alcanzamos un grado de 
vibración, ese mismo grado se transmite a todos en el holograma cósmico. Cualquiera de 
nosotros puede transformar el ego de los demás, y más que transformar, transmutar. 
El proceso egoico es propio de la manifestación, y cualquiera de nosotros tenemos ego 
porque somos manifestación. Siendo como somos un reflejo del Absoluto que se ha 
diversificado infinitamente en dicha manifestación. 

TALLER DE TRANSMUTACIÓN DEL EGO 
Hay que contar con el ego, tenerlo en cuenta, tranquilizarlo incluso en cuanto a que no 
pretendemos atentar contra él. El ego, al fin y al cabo, es una parte de nuestra consciencia 
total, enfocada en la tridimensionalidad. No podremos anularlo sin aniquilar nuestra 
presencia en esta tridimensionalidad. 
Por tanto, lo adecuado con respecto a nuestro ego es posibilitar que amplíe su consciencia, 
que nos permita, mediante el silencio mental y el equilibrio, acceder a la adimensionalidad, 
donde una mayor visión va a transmutar nuestras percepciones en un grado de mayor 
comprensión y amor. 
En este sentido, el ego individualista se puede neutralizar fácilmente mediante el 
hermanamiento grupal, donde nos integramos en una consciencia más amplia, de más 
alta vibración, en la que nos resulta más factible transmutar y experimentar los planos 
adimensionales. 
Aplicar la autoobservación al ego supone conocer mejor nuestra psicología, nuestras 
reacciones, nuestros miedos, apegos y deseos. De esta forma, y desde una visión neutral 
que observa y comprende, el ego es contemplado en su actuación, y en cada momento en 
que este intenta predominar y acaparar afectos, atenciones, gratificaciones y poder. 
Es lógico que sea así, pues esta es la dinámica egoica, no hay que avergonzarse de ella 
ni sentirse culpable. 
La misma nos habrá llevado en más de una ocasión a cometer errores, pero no debemos 
cultivar la culpabilidad por ellos, sino aprender, para evitarlos en otra ocasión. 
De esta forma, vamos captando la acción de nuestro ego y comprendiendo sus resortes, 
no para reprimirlos o censurarlos, sino para tenerlos en cuenta y neutralizarlos cuando 
convenga. 
Nuestro espíritu nos pide fluir, desapegarnos, buscar la componente de amor e iluminación. 
Tenemos que estar atentos a este anhelo del espíritu y saber diferenciarlo de las apetencias 
del ego, que se pueden disfrazar de espiritualismo o intelectualidad, como otra forma de 
predominio y hegemonía encubierta. 
No podemos descuidarnos con respecto a la acción del ego, porque esta volverá a aparecer 
de otra forma, muchas veces de manera encubierta. 
Pero tampoco nos debe preocupar mayormente, ya que la clave está en la autoobservación 
de nuestra realidad, y desde ella de la acción externa. Así iremos transmutando cada 
situación que se nos presente. Y mediante la suma de pequeñas transmutaciones vamos 
despertando, vamos ampliando consciencia. 
De esta forma también nos vamos equilibrando, consolidando nuestra vinculación 
trascendente, subiendo la gama de nuestras frecuencias vibratorias, abriéndonos a la 
intuición y a la hermandad. 
Podemos convertir nuestra experiencia cotidiana en la aventura de nuestro 
autodescubrimiento, observando tanto los obstáculos y las dificultades, en las que no 
quedamos atrapados, como los logros y resultados que modestamente vamos consiguiendo. 
En este camino no es posible pararse, o se avanza o se retrocede, y si bajamos la guardia o 
relajamos nuestro estado de alerta al aquí y ahora,nos sumimos con gran facilidad en la 
corriente predominante, que es la del sueño de los sentidos, la del mundo del ego. 







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