"CLAVES PARA EL DESPERTAR"

   
“El amor es la clave para el despertar de la conciencia.”
“Por favor, amigos, despertemos de ese sueño. 
Qué pensamiento más hermoso puedo llevar a 
vuestras mentes que el deciros que nos podemos amar 
unos a otros como hermanos que somos. Porque somos el
absoluto, somos el amor, y eso no son palabras, son hechos.
=========¡¡=========
“La clave para el despertar de la conciencia
está en la entrega, y todo lo demás se vencerá
a través de la comprensión. Incluso las
enfermedades, por muy terribles que vuestra
mente física tridimensional os diga u os haga
creer que son.”
"Shilcars"

PROCESO DE PERFECCIONAMIENTO DEL PENSAMIENTO

El proceso de perfeccionamiento del pensamiento 
sigue una especie de circuito:
AUTO-OBSERVACIÓN – TRANSMUTACIÓN – PERFECCIONAMIENTO.
La auto-observación es la observación atenta, desde el aquí y ahora, desde el
presente eterno. Atrae la atención de nuestro ser profundo, y nos conecta con él.
Desde su presente eterno se produce una transmutación del ego, del
pensamiento tridimensional, y el ego se eleva a una dimensión más amplia y
comprensiva. De este modo se produce el perfeccionamiento del pensamiento.
Este proceso de auto-observación – transmutación – elevación o
perfeccionamiento del pensamiento se ha de mantener de instante en instante, no
bastaría con una sola ocasión, aunque también es verdad que cada transmutación nos
sitúa en el instante eterno. El estado de auto-observación cuando se pone en marcha
continúa como un fluir desde nuestro interior, que sigue su curso, salvo que lo
interrumpamos.
El desarrollo de este proceso se facilita por el equilibrio, la armonía, la empatía
con los demás o hermandad.
Los obstáculos de la entropía parecen alejarnos de la sintonía con nuestro
mundo interior, y así puede ser en un primer momento, pero si mantenemos 
la autoobservación entonces potencian y catapultan la transmutación 
y el perfeccionamiento.
Pueden ser equivalentes a las crisis de crecimiento. El trabajo espiritual consiste en
esto precisamente.
La meditación, la interiorización, son procesos de auto-observación sostenida,
en los que es posible profundizar más en nosotros mismos, intensificar nuestra
conexión interna.
Paralelamente y simultáneamente se producen la renuncia, el desapego, la
dejación de adherencias del ego.
La auto-observación permite delimitar la actuación del ego y darle una
comprensión más amplia, sublimando sus tendencias y sus limitaciones.
Todo el proceso es una ida y vuelta, desde el espíritu a la tridimensionalidad,
en ese camino de ida y vuelta nos engrandecemos, nos perfeccionamos.
El espíritu “necesita” ese contacto con la limitación para perfeccionar su
esplendor, hacerlo más preciso y concreto, pues el espíritu en su inmensa 
grandeza es algo vago.

El ego se asfixia en un mundo tridimensional sin horizontes, repetitivo y
monótono. Por eso la salida del ego es la sublimación, la espiritualización. 
Pero al espíritu le conviene también ese contacto con el ego, que es una proyección limitada
de sí mismo, y en cierto modo carente de rasgos esenciales de su propia naturaleza.
Este proceso podría, teóricamente realizarse de una sola vez, pero se prorroga
y dilata en el espacio-tiempo, porque sería muy brusco hacerlo de forma total y única
(la vía seca de los alquimistas).
Por eso preferimos muchas veces la vía húmeda, el hacerlo poco a poco,
gradualmente. Eso puede dar la sensación de que no avanzamos o que el avance es
muy lento y la meta lejana. También nos podemos dispersar, entretener, retroceder, si
cesamos en el proceso de auto-observación.

La meta, si es que se puede hablar así, es la fusión del ego y del espíritu,
donde el ego pierde sus propiedades limitantes y apegadas. Por eso, en algunas
tradiciones espirituales, se habla de la aniquilación del ego. Sería más exacto decir la
aniquilación del egoísmo, pero no del ego propiamente dicho, como conciencia
tridimensional enfocada en los aspectos prácticos de la vida material.
La iluminación es precisamente la cumbre de este proceso, cuando se produce
una transmutación amplia y podemos abarcar la visión del espíritu desde la materia y
reconocernos como parte del todo, como el todo mismo, nos sentimos vinculados a
todo y a todos, como totalidad diferenciada.

Es un sentimiento y una experiencia maravillosa de infinitud, de ilimitación, de
amor a todas las criaturas. Cada átomo nos parece preciso y admirable. Todo está
bien, todo es perfecto para el que se siente partícipe de la perfección.
Este proceso de iluminación es también una cumbre de retroalimentación para
el espíritu, para el ser humano que se ha encontrado a sí mismo. En el mar del espíritu
no hay tú y ni yo. Todo se percibe como unidad, aunque haya rasgos y colores dentro
de una misma luz común a todos.

La conexión con la adimensionalidad es una conexión con nuestra parte
interna, objetiva, espiritual. Se puede realizar como extrapolación del pensamiento,
apertura del tercer ojo (visión estereoscópica), percepción de los mundos objetivos
desde el mundo tridimensional. Esta conexión forma parte del proceso o podemos
decir que acompaña el proceso. Mientras que la iluminación es el aspecto central, la
percepción adimensional es un proceso periférico.
La auto-observación, cuando se lleva a cabo desde nuestro ser profundo que
contempla a nuestra faceta tridimensional, constituye un acto de retroalimentación
para el espíritu, a través de nuestro espíritu, ya que el espíritu es el reino de la
unicidad, de la no separación, de la comprensión.

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