"2012"
UN AÑO DE CAMBIOS Y TRANSFORMACIONES
Cuando hablamos de cambios inminentes, estamos hablando de transformaciones
rápidas comparadas con un proceso macrocósmico, pero eso tampoco indica
que los cambios deban ser de hoy para mañana o para el año que viene.
No obstante, nuestros parámetros nos indican que en función de la energía actual
en estos momentos, un cambio adeneístico podría producirse perfectamente
en el 2012.
La Madre Naturaleza es inteligente.
El Cosmos es inteligente y entiende cuándo es el momento de dar a sus hijos,
por decirlo de algún modo, el instante preciso para que se transformen.
Sili-Nur
El pensamiento trascendente es aquel que nos sirve para llegar a las
profundidades de nuestra psicología, a conocer espacios adimensionales.
El sabor profundo del Amor, visto desde el ámbito de la inspiración artística,
técnica, religiosa... no es más que chispazos que se producen en nuestra mente y que de
algún modo nos está indicando que existe un mundo más allá de este espacio limitativo
tridimensional. La realidad auténtica está ahí, pero acaso nos limitamos y tan sólo
interesa que nos propongamos hacer un esfuerzo, un pequeño esfuerzo de
autoobservación, para dilucidar exactamente qué camino tomar.
Sin duda, a nuestro espíritu, a nuestra personalidad superior, le interesa la
trascendencia y se sirve de nuestro pensamiento intrascendente, subjetivo, cuando le
añadimos más y más grados de vibración. De este modo se alcanzan cotas cada vez más
altas y mejores en expectativas y transformación evolutiva.
Añadiría, que tenemos dos caminos claramente diferenciados. El primero el
horizontal, que no nos va a llevar a ningún sitio a no ser a la rutina y el otro, el
perpendicular, que corta esa horizontalidad de la vida tridimensional. Y en ese justo
punto y término es donde hallamos la realidad, en el cruce de esos dos caminos.
Estamos todos en que podemos trascender un espacio tridimensional pero ¿cómo
hacerlo? Es más, ¿qué significa trascender un espacio tridimensional? Si acaso, antes
deberemos comprender que el mundo físico, el espacio tridimensional propiamente
dicho, es una herramienta muy efectiva ya que se dispone de espacio-tiempo y, por lo
tanto, épocas, etapas, procesos. Sin él, sería muy difícil resolver cuestiones
trascendentales. Aunque no es el único mundo en el que poder formalizar unas
relaciones vitales y existenciales.
Entonces, si entendemos que vivimos, transitamos, por un espacio tridimensional
o físico impuesto necesariamente por una cuestión, digamos realista en cuanto a la
transformación de impresiones, a la auto observación, a la regeneración del espíritu, si
llegamos a comprender que este espacio físico es únicamente un proceso más dentro del
proceso existencial, podemos vislumbrar que existe o debe existir necesariamente otro
espacio en el que no exista la dependencia, la causa y el efecto, el principio y el fin, el
blanco y el negro, el positivo y el negativo. Exactamente un mundo en el que no exista
nada de todo eso. Un mundo en el que no exista la dualidad.
Nuestra psicología necesita constantemente nutrirse de procesos de aprendizaje.
La memoria juega un papel importante en esa transformación. Pero más allá de ese
proceso existe lo que conocemos por cromosoma, por ADN y ahí está el quid de la
cuestión. El ser humano actual, deberá conformar un determinado tipo de ADN que le
va a permitir per se, procesar estadios evolutivos superiores, y ahí está ese cruce
simbólico, ese punto en el que se rompe la horizontalidad a través de esa perpendicular
que la corta, pero simultáneamente con la realidad del mundo físico.
No olvidemos que la trascendencia no debe ser huir de este mundo tridimensional
y pasar a un mundo adimensional, sino que la razón de la existencia, de la realidad,
estriba en que juntamente con la experiencia vivencial, física, podamos ser conscientes
in situ, instantáneamente, al acto, de ese mundo tetradimensional y, por lo tanto,
trascendental.
Preguntaran si la modificación del ADN ha de ser por un factor de
inducción o por propia evolución del ser humano.
Os quiero decir, que la transformación del ADN de vuestra generación en estos
tiempos tan necesarios para el cambio, es una cuestión vital para procesar debidamente
en un futuro, no muy lejano, la cantidad inmensa de secuencias vibracionales que
vuestra mente deberá contemplar, asimilar y asumir.
Es un cambio adeneístico que nunca se verá favorecido por inducción de terceros
y, ni mucho menos, por inteligencias que puedan existir en todo el Cosmos. Porque esa
sería una burda interferencia o intromisión en un espacio psicológico determinado, que
a todas luces merecería cualquier reprobación sensata de mentes de ese nivel.
En respuesta a la pregunta, diría que el ADN sufre unas ciertas limitaciones,
propias del medio en que está imbuido el organismo de vuestro nivel. Pero el ADN es
mucho más amplio. Su lectura genética obedece a unas determinadas casuísticas
propias, como digo, del medio en que se desenvuelve. Y limitadas ex profeso,
precisamente por Quien en su momento ha contemplado dicha limitación como un
hecho efectivo y progresista.
El cambio que está sufriendo la actual generación lleva implícito una
transformación de ese ADN, una mejora de sus respuestas genéticas, porque en
definitiva la zona del córtex neuronal, se verá insuficiente para dar cabida a una nueva
compenetración vibracional. Es por eso que se exige, entre comillas, ese cambio
cósmico al nivel individual y que va a procurar por supuesto, una mejora interpretativa
de los procesos psicológicos de vuestra generación.
Este cambio en vosotros se hará, sencillamente con Amor.
Pero, ¿cómo se experimenta ese Amor? Ahí está la cuestión. Cada uno lo experimentará
según su real saber y entender, pero una cosa es cierta: cada uno aprenderá y asimilará
ese proceso en función de su grado de alegría, de felicidad, de compañerismo, de
saberse en un estado de transformación y el exponente máximo será el pensamiento
de Amor. En primer lugar hacia uno mismo, e indudablemente hacia los demás.
Cuando nos despojemos de esa careta de miedo al futuro, de esa posesión, de ese
materialismo que nos hace modificar pensamientos trascendentes. Cuando estemos
abiertos a la imaginación, a la comprensión, a la ayuda. Cuando nuestro futuro
únicamente sea nuestro presente. Cuando no exista nuestro pasado. Cuando
únicamente, insisto, exista un presente, el aquí y ahora. En ese momento podremos ir
dándonos perfectamente cuenta de nuestro cambio adeneístico, cromosómico,
evolutivo.
Estamos en que debemos ir comprendiendo paulatinamente todo el conglomerado
de circunstancias que hacen posible el que podamos entender la cuestión. Y la cuestión
es: cómo vivir la vida sin otro apreciativo que vivirla en un sentido profundo y trascendental.
Claro, que debemos pensar primeramente en qué estamos dedicando nuestro
esfuerzo, nuestro sacrificio, nuestra vida física. Porque si hallamos plena concertación
con lo que estamos haciendo, si apenas nos damos cuenta de cómo vivimos, poco
podremos darnos cuenta de cómo vivir una vida plena en otro sentido. Y claro está, el
día a día, la rueda de la rutina diaria, se mezcla con los sinsabores, la angustia, el pleno
rendimiento, la escasez de dinero, el pago de nuestras deudas, nuestra subsistencia.
Todo ello en un revoltijo que empaña un proceso de clarificación, evitando por
supuesto llegar a comprenderlo directamente.
Mas la vida, la existencia, es inteligente. La Madre Naturaleza es inteligente. El
Cosmos es inteligente y entiende cuándo es el momento de dar a sus hijos, por decirlo
de algún modo, el instante preciso para que se transformen.
La vida entiende que el mundo tridimensional es de una lógica aplastante. Que
dos y dos son cuatro, y esto es adrede para que entendamos este mundo y podamos
modificarlo, vivir en él, desarrollarnos y morir en él. Pero deja muy poco espacio para
la reflexión, para la meditación, para la objetividad. Es lógico claro. Es un mundo
lógico, determinista, dual. No pidamos a un mundo dual una sensación tetradimensional
o trascendental.
Debe haber o existir algún mecanismo que nos permita, siendo y viviendo en un
mundo tridimensional, objetivar la cuestión y derivarla hacia un mundo pleno de luz y
color. Y entonces, y sólo cuando pedimos en nuestro interior dicho cambio, es cuando
aparece la posibilidad de realizarlo.
De natural, tenemos necesidad de saber. Pero antes es necesario saber que no
sabemos. Es un dicho antiguo, milenario, pero así es. Porque si no sabemos que no
sabemos, nunca llegaremos a conocer y a saber lo que no sabemos.
Con amor. Sili-Nur
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