LA BÚSQUEDA DE LA DIGNIDAD DE NUESTRO PENSAMIENTO

“La dignidad de nuestro pensamiento no se compra ni se vende. 
Únicamente se obtiene en base al amor, a la comprensión.
¡Vivamos dignamente!”


Shilcars.
Amigos, hermanos de las estrellas, atlantes todos, Shilcars del planeta Agguniom. 
Buenas tardes noches a todos.
Una vez más con vosotros, y confiando en que la sesión de hoy producirá los efectos esperados. 
Esos efectos que poco a poco van cuajando en nuestro interior psicológico, 
que van cercando a la réplica genuina que todos llevamos dentro: nuestra consciencia, nuestro yo en retroalimentación.

Todo eso, que es lo mismo y a la vez es nada, va acumulando grados de experiencia, grados de experimentación. Una especial vibración que va conformando todo un cúmulo 
de “propiedades”, entre comillas.

Efectivamente, vamos todos cambiando, transformando nuestra psicología, nuestra mente profunda, y nos va acercando poco a poco, lentamente pero con paso seguro y firme, hacia la consolidación planetaria, que más tarde nos llevará a un convencimiento de la hermandad en el cosmos.

Nos va a unificar todas las consciencias y establecer un paralelismo único, y a la vez proporcional, en función de las vibraciones que a cada uno le correspondan, pero que 
en el fondo todas corresponden a un mismo concepto primigenio.

Esta es la particularidad de la réplica, esta es la función de la consciencia: ir avanzando en este mundo de manifestación para consolidar un efecto que, a su vez, logre el despertar de la consciencia, es decir de ella misma, en un grado lo suficientemente puro como para dar cabida al propio Cristo en nosotros.

Esta es una particularidad fundamental, básica, y a la que todos aspiramos y anhelamos 
en esta función tridimensional, en todos los mundos y multiversos, en todos los mundos paralelos en donde nuestras réplicas investigan y perfeccionan, a su vez, el mensaje crístico.

Esta es, pues, una particularidad propia de los atlantes, de los humanos, de los seres que piensan que piensan y que por ello tienen a bien pertenecer a esa escala divina, puramente consciente y a la vez con todas las prerrogativas y todas las facilidades para ser ella misma, en una función cósmica que tarde o temprano termina, para empezar de nuevo.

Y en ese impasse, en este proceso, vamos añadiéndole al tema grados de amor, grados 
de vibración. Y una mayor consciencia, por lo tanto, una mayor comprensión del hecho 
del porqué estamos aquí, del porqué hemos venido y hacia dónde vamos.
Esta es la respuesta que cada uno de nosotros debe lograr obtener de sí mismo, en la profundidad de su pensamiento.

Esta es, pues, nuestra labor: ayudaros a conseguirlo, ayudar a despertar vuestras mentes. Mentes dormidas, profundamente, en un letargo sin fin.

Y llegado es el momento en que despierten a un nuevo paisaje, a un nuevo movimiento, 
a un nuevo espectáculo mucho más digno, si cabe, que el que actualmente disfrutan.
Claro, el ser humano, el hombre de las estrellas, busca la dignidad en su propio interior. Esa búsqueda significa la honradez, la honestidad, la pureza de su pensamiento. La dignidad significa, además, todo un proceso de pensamiento regenerador y, a su vez, transmutado en base a la autoobservación.

La dignidad de nuestro pensamiento no se compra ni se vende. Únicamente 
se obtiene en base al amor, a la comprensión. ¡Vivamos dignamente!

Y, en esa especificación, en esa palabra con la que denominamos dignidad, 
¿qué pretendemos decir? Pues prácticamente podemos decirlo todo. Si 
sabemos vivir dignamente, si sabemos ser honestos con nosotros mismos 
y no autoengañándonos.
Nos autoengañamos cuando engañamos a los demás, aun inconscientemente.
Nos autoengañamos cuando creemos saberlo todo.
Nos autoengañamos cuando desconfiamos de los demás.
Nos autoengañamos cuando creemos que esta vida es únicamente 
para disfrutarla y nada más.
Nos autoengañamos cuando creemos que existe solamente el anhelo en servir 
a la consciencia y nos olvidamos del anhelo de servirse a uno mismo primero, 
siendo plenamente dignos de tal mención.

Cuando acá la historia, esta historia que largamente venimos pergeñando y sabiamente 
ha sido orientada por nosotros mismos, en otros niveles de consciencia mucho más clarificadores, y también auxiliados y asesorados por seres, hermanos nuestros propiamente pero de un nivel superior de consciencia, con lo cual nos permiten 
orientarnos sus sabios consejos, empleamos aquí todas esas buenas intenciones.

Pero, pronto nos olvidamos de ellas, pronto el medio hace estragos en nuestras buenas intenciones y propósitos iniciales. Pronto nos sumergimos en la confusión y la duda.
Esta es verdaderamente una prueba que debemos llevar a cabo, la de desconectar propiamente de ese mundo claro y preciso y sumergirnos en este otro mundo confuso, disperso, y cuyo rey y señor y amo es el ego. Nuestro propio pensamiento, nuestra memoria, nuestros antecedentes, nuestra experiencia tridimensional.

Todo ello es un bagaje importante, y necesario a la vez, pero desgraciadamente no aprendemos de dicha experiencia, nos olvidamos rápidamente de nuestros objetivos, 
de nuestras ilusiones.
Nos olvidamos, también, de que somos seres de las estrellas, de que venimos aquí en este plano tridimensional a experimentar. Y nos sumergimos en el fango propio de este mundo tridimensional de causa y efecto, en este mundo atómico, denso por excelencia.
Desde esta perspectiva podemos comprobar verdaderamente que las buenas intenciones son una cosa y la realidad es otra muy distinta. Aquí cabría aplicar el dicho de que “Cada maestrillo tiene su librillo”. Cada uno de nosotros creemos saberlo todo, o mucho. Cada uno de nosotros aplicamos nuestra racionalidad para entender un Todo que es incomprensible por naturaleza
.

Ahí nos autoengañamos. Ahí perdemos parte de nuestra dignidad, precisamente por 
creer que sabemos lo que no sabemos. Este tipo de dignidad a la que me refiero 
significa, al mismo tiempo, humildad, reconocimiento de nuestra limitación.

En este punto, quiero añadir también que si nuestro propósito es navegar por el cosmos, establecer comunicación directa con nuestros otros hermanos en una misma frecuencia, 
y una relación exactamente igual, de tú a tú, necesitamos verdaderamente entender 
y comprender todo este proceso.

Dignamente debemos trabajar, laborar, esforzarnos, y aplicando también mucha paciencia porque no todo va a salir a la primera. No todo se va a conseguir con esfuerzo y paciencia, también vamos a necesitar ayuda.

Esta es la ayuda que os podemos ofrecer: una ayuda no física, pero sí moral. Unas reflexiones, unos pensamientos que vayan madurando en vuestro interior, lentamente, 
a través de un proceso seguro, sin dificultades posteriores. Un proceso que permita que vuestra psicología no se decante hacia un extremo u otro. Una psicología que permanezca siempre en un equilibrio completo.

Este es nuestro trabajo, aquí, con vosotros: permitir que vuestra mente se abra a un mundo muy complejo, fabuloso, fantástico, creativo. Pero que al mismo tiempo podáis tocar de pies en el suelo, que os sintáis seguros, y que dicha seguridad pueda esparcirse y prodigarse por los campos morfogenéticos. Con total seguridad, sin merma alguna, sin manipulación.
Este es un proceso muy delicado, y todo empieza desde lo más minúsculo. Vosotros sois esa muestra minúscula que puede permitir que, al fin, la semilla de ese gran castaño se propague por todo el universo.

Más, esa pequeña semilla que al final se va a convertir en un gran castaño universal, 
debe propiciarse debidamente su cultivo, su recreación, su multiplicación, pero en un 
grado máximo de perfección. No puede haber ni una sola mota de imperfección, por 
cuanto esto haría trastabillar todo el proceso cósmico-crístico que estamos intentando 
llevar a cabo en todos vosotros.


Por eso es tan difícil que las mentes se unifiquen, por eso existe tanta dispersión. Pero en medio de ella, en el centro mismo de ese caos, va propiciándose una llama fuerte, segura, potente, de espiritualidad. Una llama pura que cual semilla va a propagarse y a multiplicarse. Este es nuestro propósito.

En la alquimia de este mismo proceso, estamos tutelando dicha semilla cósmica en todos vosotros. En el alambicado proceso de selección que se está llevando a cabo, va destilándose, a través de dicha alquimia o proceso alquímico, un embrión que será capaz de contaminar positivamente todo el proceso crístico-cósmico en esta tridimensionalidad, aquí y ahora, para preparar a la humanidad ante este gran evento que está previsto que se realice muy pronto.

El Gran Maestro, en más de una ocasión, nos ha dicho que “Muchos son los llamados 
y pocos los elegidos”. Esto es así. Una gran masa humana debe sacrificarse para que 
de dicho sacrificio se obtenga una simiente que sea capaz de regenerar todo un 
aspecto humano, psicológico. Y sea capaz de hacerlo con toda la dignidad del mundo, 
de este mundo del yo en retroalimentación, de este mundo ilusorio y fantástico.

He ahí la paradoja, un mundo fantástico, ilusorio, pero que sin embargo es capaz de recrearse en la divinidad y ofrecer como fruto a su propio hijo convertido 
en un 
ser divino, puro, cristalizado a través del barro de la imperfección.

Esta es la gran prueba por la que estamos pasando todos. Y como digo, el Gran Maestro nos ha hablado muchas veces de dicha cuestión, y aunque evidentemente y efectivamente los no elegidos no van a serlo, y ser testigos, al mismo tiempo, de ese panorama o proyecto cósmico-crístico, sí que no se les olvida jamás, porque de ellos mismos, de esa alquimia, de ese sacrificio que a través de ellos mismos se ha sufrido en este experimento, se ha logrado obtener la esencia. La esencia de unos cuantos elementos.

Digamos miles, tal vez millones de elementos, que van a ser capaces de transformar todo un universo. Y en todo ese universo también estarán los no elegidos, por supuesto. Ayudados, respetados y, sobre todo, respetándoles toda su dignidad, que como atlantes, como seres de las estrellas necesitan o necesitan ser.

Entonces, en este punto, cabe añadir a mi introducción que estamos esperando que por vuestras propias personas reaccionéis verdaderamente y os deis cuenta exactamente del punto psicológico en el que os encontráis, para además de ello lograr encauzar vuestras impresiones, vuestros sentimientos de hermandad, vuestra íntima vocación espiritual 
hacia derroteros regeneracionistas y, ¿por que no?, revolucionarios.

La psicología es en sí misma, cuando se pretende la alquimia de un pensamiento transformador, revolucionaria. Revolucionemos nuestro interior psicológico a través 
de la autoobservación, y añadámosle a este aspecto la sabia fórmula del amor, 
que en todos anida.

Y saldremos convencidos, no todos por supuesto, por lo antes expuesto, pero sí un buen puñado de hombres y mujeres atlantes capaces de dar el salto cuántico y ayudar a otros miles, millones de seres en todo el universo, a hacer lo mismo.

Ante vosotros está una gran responsabilidad, amigos, hermanos. Ante vosotros, que oís estas palabras y que seguramente en muchos fluirá el texto que estoy relatando y que hará vibrar pequeñas parcelas de oscurantismo, eso es, activará neuronas dormidas que se pondrán en marcha, ipso facto, después de lo que hayáis oído, después de que hayáis recapacitado, cual chispa de intuición.

Y aprovechad este instante para deciros a vosotros mismos que aspiráis, anheláis dignamente, al descubrimiento de vuestra propia esencia, al descubrimiento de vuestra réplica profunda y a fundiros en ella. Este es un aspecto importante, porque dará sentido a vuestras vidas, porque vuestro objetivo se verá cumplido si tan solo sabéis dar los pasos adecuados.

Todo es importante en esta vida, todo vale la pena dedicarle su tiempo, pero también existen prioridades, y esto lo sabéis. Y ahora en estos tiempos, en estos momentos, la prioridad es el descubrimiento, la prioridad de vuestras personas es el despertar de este profundo letargo de los sentidos.

¿Queréis revolución, queréis revolucionar vuestra psicología, queréis sentiros orgullosos, dignamente, de haber patrocinado el despunte de esa nueva generación? Ahora tenéis 
la oportunidad para hacerlo, ahora estáis en el tiempo de hacerlo. Ahora es, pues, 
el momento. Animaos a trabajar esforzadamente en el descubrimiento de vuestras personas, en el despertar de vuestras mentes.

Los que consigáis que estos textos -nuestras palabras, nuestros sentimientos- despierten en vosotros ese anhelo profundo de hermandad y compañerismo, seréis capaces para siempre de sembrar, durante toda vuestra existencia, la semilla de la espiritualidad.

¿Qué mejor objetivo cabe a vuestras mentes, a vuestro pensamiento, a vuestra presencia aquí y ahora que ser copartícipes del descubrimiento del hombre 
por el propio hombre?
Amigos, amigas, tenéis este derecho, tenéis esta oportunidad, no la desaprovechéis, despertad verdaderamente en vosotros el anhelo de dicho descubrimiento.

Tenéis técnicas, trabajos que se han dictado aquí, escritos, miles de folios, una unidad como egrégor grupal, medios suficientes, por ahora. No desaprovechéis la ocasión.
Atreveros a despertar verdaderamente vuestra consciencia y ayudad a despertar 
a los demás. ¡Este es el momento, las estrellas os están esperando! 
¡El cielo se abre en vosotros y para vosotros!

Espero dignamente que mi mensaje haya calado en vuestras personas 
y que haya servido de algo.
Humildemente pido perdón si en algún momento he sido más explícito de lo que debía. Pido perdón otra vez, y espero que sepáis comprenderlo.

Amigos, hermanos de las estrellas, atlantes todos, espero confiadamente que la vibración de todo el comunicado de hoy os sirva y nos sirva además a todos, para mejorar en expectativas y favorecer la vibración, mejorar la misma, y unirnos cada vez más en la hermandad.

Amor, Shilcars.



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