EN EL PLANETA TIERRA, QUE TANTO QUEREMOS,
PRONTO VA A NACER UNA NUEVA SEMILLA:
LA SEMILLA DEL HOMBRE DE LAS ESTRELLAS.

Shilcars.
Queridos amigos, buenas noches soy Shilcars.
Efectivamente, la autoobservación de instante en instante invalida
cualquier amago de ego y, justamente por ello, entra en nosotros la
claridad mental, el equilibrio, la armonía y la objetividad.

Es un hecho que el ego se manifiesta con mil y un disfraces y
muchas veces ralentiza el progreso hacia una intelectualidad objetiva.
Procurándonos siempre torcer ese rumbo y ahogarnos en un mar de
confusión y lógicamente en este punto, él se alimenta y prevalece 
en este sentimiento de cobertura psicológica en el que predomina 
su acción, su actividad y su desenvoltura.

Por ello, el ego, intenta siempre mantener la supremacía 
en la mente humana. Porque de esa supremacía depende 
que logre él  el control de todos nuestros actos.
Equivocamos la función cuando creemos que somos libres, que
debemos abandonarnos a los sentidos, que sean éstos quiénes 
guíen nuestra actitud frente a la vida. Nos dejamos llevar y 
evidentemente pagamos un precio, que es la falta de libertad.

El ego se representa en este escenario tridimensional, como digo,
de mil y una formas. A veces el ego nace de nuestro interior psicológico
y, de alguna forma, nos manipula y condiciona. Quiere sentir la
tridimensionalidad. Quiere disfrutarla. Quiere los sentimientos al máximo. 
El dolor al máximo. La alegría al máximo. Y estos máximos, 
lógicamente no dejan de ser más que desequilibrios.
El ego, en ese afán de supremacía, intenta proporcionarnos el máximo 
de placer, pero claro está, este placer como no nace,  porque 
no puede nacer nunca el placer de la intuición,  de la conciencia, 
se establece un desequilibrio per se que  invariablemente 
nos trae posteriormente la angustia, la pena el dolor,  
el sentimiento de indefensión y, a veces incluso la muerte.

El ego en su afán de supremacía, como digo, va anquilosando
nuestros esquemas mentales, porque así los controla. El ego es un
controlador nato. Es un dictador. Es nuestro aliado, claro está, 
pero nunca debemos darle la máxima confianza.
La confianza, la única confianza que necesitamos es la de
nosotros mismos a través de un pensamiento de equilibrio y de
armonía. Porque si dejamos que el ego mande sobre nuestras vidas,
nos las oriente y nos las organice, entonces sí que en este punto
llegamos al exceso y, ciertamente, todo exceso de se paga.

También podemos hablar de ese ego externo. Por eso al hombre,
al ser humano, le va muy bien dejarse llevar por las circunstancias, por
los demás. Claro, es mucho más cómodo no tener que pensar, no tener
que preocuparse y dejar que los demás sean los que lleven las riendas
de nuestra vida, y aquí, como digo, ese ego, ese ego externo, 
también suele hacer de las suyas.

En la historia humana podemos recordar infinidad, por no decir
miles y miles de pequeños actores que actúan de dictadores de la
propia humanidad y, ¿acaso tienen ellos la culpa de su supremacía?
Pues la verdad no. La culpa la tenemos cada uno de nosotros,
dejándonos llevar precisamente por ese aspecto de comodidad, 
por ese afán de liberarnos de ataduras y de obligaciones. Dejando 
que los demás ordenen y organicen nuestra vida.
Porque el ego es así. El ego intenta siempre mandar y ciertamente
ese mandato a veces es imposible de llevarlo a cabo si no es en base a
una fuerza dictatorial muy poderosa que acaba arrollando con todos los
intentos de supervivencia. Acaba ahogando esa voz interna de libertad.

Por eso, amigos míos, conviene ante todo tener en cuenta que los
únicos directores y generadores de las secuencias y circunstancias de
nuestra vida, debemos ser nosotros mismos con esa objetividad 
de pensamiento de la que he hablado.
Entonces sí que podemos patrocinar en nosotros esa
multiplicación de pensamientos que cual fractal holográfico se multiplica
hasta el infinito invadiendo parcelas de pensamiento de nuestros
congéneres y alimentándolos también a través de ese pensamiento 
de unidad.

Entonces sí que la mente humana se enriquece, porque lo hace a
través de su propio conocimiento interior. Así, el ser humano de esa
forma se libera. Por eso es importante la auto observación. Para darnos
cuenta en definitiva de que somos nosotros y únicamente nosotros,
quiénes debemos decidir nuestra vida.

Pero hay más, amigos míos. Con la auto observación se toma
conciencia y la conciencia se reparte durante toda nuestra existencia, y
nuestra existencia también está en los sueños.
Los sueños nos gratifican con resultados realmente espectaculares
porque en el sueño, al liberarnos de nuestra composición física
tridimensional, llegamos a ser conscientes de nosotros mismos y
llegamos a reconocer nuestro propio mundo. Otro mundo valga decirlo,
infinito. Un mundo en el que no existe espacio-tiempo y en el que
podemos maravillarnos exhaustivamente, y reemprender continuamente
nuevas existencias y nuevas experiencias.

Eso se consigue a través de la autoobservación porque como digo,
en el sueño se realizan múltiples experiencias que son tanto o más
válidas que las experiencias que podamos recibir en el espacio
tridimensional. Esas experiencias que vivimos en los sueños nos sirven
para aprender y, al aprenderlas, las asumimos y, al asumirlas, 
forman parte de nosotros mismos.
Cuando esas secuencias se repiten en el espacio tridimensional 
o físico, entonces sabemos resolverlas mucho mejor. Y, aún más
importante, las transmutamos. Y en ese momento alcanzamos un grado
más de consciencia y poco a poco la iluminación se va haciendo en
nuestro interior, y nuestro interior se enriquece y enriquece al conjunto.

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