ES UN HECHO QUE SI NO ESTAMOS ATENTOS 
A TODO CUANTO NOS RODEA Y NO TENEMOS 
MUY CLAROS NUESTROS OBJETIVOS... 
Si no entendemos debidamente el porqué de ciertas circunstancias, 
que en un momento determinado actúan en nuestra vida... si no llegamos a
comprender que en verdad lo que interesa es una mente despierta y atenta a todo cuanto
sucede a nuestro alrededor... si no llegamos a comprender que los trabajos que tenemos
asignados en esta vida tridimensional son una pura recurrencia y un entretenimiento del
ego... si nos aferramos demasiado a nuestras prebendas, a nuestras posesiones, a nuestros
estados de ánimo... entonces, vamos fácilmente a sucumbir. Sin darnos cuenta pasaremos
a un estado aletargado y, cómo no, poco efectivo para la realización auténtica de nuestro
Ser.

A menudo, las circunstancias siembran la confusión y el cansancio. Inclusive el
agotamiento psíquico. Y si no tenemos en cuenta debidamente, que lo más importante en
nuestra vida es el trabajo espiritual y su decantación hacia un punto que nos sirva de apoyo
para la espiritualidad, ese trampolín que nos va a llevar al despertar de nuestra conciencia,
estaremos siendo objeto de manipulación de nuestro propio ego.
El ego, que a veces se disfraza de necesidad y se recrea en la posesión, en la
seguridad, en el perfeccionamiento, en el mesianismo… debemos prestarle mucha
atención, pues siempre se circunscribe en una relación directa con la espiritualidad.
Aunque siempre podemos mejorar nuestra rentabilidad como seres humanos
provistos de libre albedrío y, como tal, de libre elección, sabiendo discernir entre lo que
verdaderamente nos interesa en un mundo tridimensional en el que, a su vez, se halla el
propio compromiso: un programa global de reestructuración psicológica, 
adeneística y cromosómica.
Nuestro tránsito nos lleva a consolidar unos arquetipos que han de funcionar en un
esquema directamente relacionado con un mejoramiento o autorrealización, resituando
exactamente nuestro porcentaje en un esquema global, a través de una interrelación 
y en sintonía con el Todo o Absoluto.
Nuestro bagaje espiritual tiende a resolver ciertas incógnitas, y que deben
despejarse al igual que resolvemos un problema de álgebra o una ecuación de quinto
grado. He aquí la cuestión: ir resolviendo todo tipo de problemáticas e incógnitas, en la
medida en que nuestra mente y posicionamiento interdimensional nos va procurando una
serie de cuestionamientos a resolver y que indudablemente nos señalan una realidad.
Realidad que hallamos a base de unas secuencias preparadas adrede para ser
resueltas al igual que un revuelto rompecabezas, pero que indudablemente 
cada pieza corresponde a una parte del global.

Nuestro posicionamiento tridimensional es como la obra de un gran dramaturgo,
basándose en una particularidad muy específica. Una escenificación tendente a resolverse
por propia decantación de sus personajes en un englobado sistema de actuación. Actuación
que corresponderá llevarla a cabo el propio actor y deberá corresponderse 
con su real situación.
Todo acto conlleva una realización pero, ¿qué tipo de realización corresponde al
ser humano de vuestro nivel? Sin duda, una actuación que deberá desarrollarse a base de
un teatro, una mímica. Una escenificación en la que deberá corresponderse, relacionarse,
intercambiar posiciones, entre unos actores que a la vez siguen el mismo juego,
previamente diseñado por dicho dramaturgo. Juego que a veces será trágico 
o cómico o tragicómico.
La escenificación será tan real a veces, que incluso podrá traspasar las barreras de
la incredulidad y volverse real como la vida misma. Y ya sabemos que la vida misma 
es una ilusión de los sentidos.
Sin embargo, muchos de los actores de la comedia o del drama, creerán a pies
juntillas la realidad escenificada. Evidentemente una realidad virtual. Y la creerán de tal
modo, que abocarán sus vidas en la realización y desenvolvimiento de su personaje. Y
serán tan fidedignos a la obra y al guión, que olvidarán en realidad 
que sólo son actores de una escenificación teatral.
Y para salir de esa escenificación, de esa obra virtual, únicamente hay un camino,
que es el de la renuncia. Renuncia que lleva parejo una gran valentía, pues no olvidemos
que incluso en el sueño, en el sueño de los sentidos, el hombre, debe hacer gala de su
valentía. El ser humano tiene que ser valiente y aceptar el reto, porque en el fondo 
es su propia autorrealización.

Así pues, cuando abandonamos nuestro camino espiritual, llevados generalmente
por la angustia, el desencanto, el cansancio, el aburrimiento, es entonces cuando se
suceden las confusiones, los desaciertos, las desaceleraciones y, lógicamente,
deambulamos por un mundo real como la vida misma, aunque totalmente ficticio por
cuanto estamos inmersos e imbuidos por una realidad virtual.
Si creemos que la autorrealización del Ser puede generarse únicamente con la
fuerza de voluntad, con el empeño, con la observancia de técnicas y mecanismos de
autorrealización interior, estamos cayendo bajo los brazos imperecederos del ego.
El ego es nuestro fiel servidor, pero a la vez de servirnos, se sirve de nosotros para
servirse así mismo y a sus circunstancias. No es de extrañar pues, que en el mundo
contemporáneo existan infinidad de métodos, de clases, de técnicas, de organizaciones,
preparadas para la autorrealización. No obstante, ello significa en demasía una
autolimitación, más que una autorrealización del Ser.
Sin embargo, tal vez sea necesario que el hombre entienda por sí mismo su propio
error estacionándose, estancándose y estrangulando soberanamente sus capacidades de
inteligencia espiritual. Cayendo primero en un gran pozo oscuro y sin salida, para a través
del llanto amargo de su sentimiento de indefensión, que no es más que orgullo y falsa
humildad, salir por sí mismo de dicho abismo y resituarse en el punto desde donde partir
hacia la autorrealización o iluminación.

Estamos en unos momentos muy delicados y en más de una ocasión lo hemos
comentado. Delicados porque dependerá de nuestra decantación que nos asignemos 
un proceso libre hacia la autorrealización. O libremente hacia la caída o ignorancia 
oscurantismo, de la falsa humildad, del falso conocimiento, 
de la limitación propia del ego.
Aquí nadie puede hacer nada por nadie. Tan sólo el despertar de la propia
conciencia, podrá aligerar sustancialmente la carga egoica haciendo sobresalir, 
de alguna manera, esa chispa de comprensión que indudablemente 
anida en nuestro interior psicológico.

Se trata de comprender directamente, personalmente y a través de nuestra propia
experimentación. Y esto sólo es posible a través de un gran acto de humildad, 
de sinceridad y de amistad.
Amistad que lógicamente deberá corresponderse con nuestros congéneres. Amistad
que deberá darse y brindarse por encima de todo. Porque a los demás únicamente 
les sirve la amistad y en correspondencia a la misma, vamos a recibir 
la misma transacción: amistad por amistad, amor por amor, felicidad por felicidad.
Con amor. Sili-Nur

 

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