EN LA VIDA DIARIA SE TIENDE A RESALTAR TODO LO VISIBLE 
Y MATERIAL, EN DETRIMENTO, MUCHAS VECES, 
DE AQUELLAS CIRCUNSTANCIAS 
QUE REPERCUTEN EN UN CRECIMIENTO ESPIRITUAL.
-Sili-Nur-

Existen infinitos caminos para llevar a cabo nuestra andadura y no todos se viven
conscientemente. También, estamos experimentando simultáneamente en múltiples
procesos de pensamiento. Y cabrá preguntarse, si dichas experiencias en el multiverso
serán también cuantificables y asumibles totalmente.
En primer lugar, nada es casual. Nada se produce al azar. Todo está establecido 
de antemano. La vida física tridimensional, es una pura recurrencia iconográfica 
y más bien repetitiva.
En realidad también, esa predestinación es acaso la prueba evidente de que nuestro
acontecer deberá revivirse tantas y tantas veces como sea necesario para llegar 
justamente al equilibrio. Lo mismo le sucede al hierro en la forja, que con golpes 
se embellece. Detrás de esa acción se halla nuestro espíritu, quien a su vez marca 
las secuencias y dictamina su volumen y vibración.

En la vida diaria se tiende a resaltar todo lo visible y material, en detrimento,
muchas veces, de aquellas circunstancias que repercuten en un crecimiento espiritual.
Sería interesante considerar si el proceso tridimensional no será una especie de
ilusión en un determinado momento del espacio y del tiempo, y, en caso afirmativo,
¿dónde radicar la realidad auténtica?

Si analizamos la cuestión, nos daremos cuenta de que nuestra vida y circunstancias
y el hecho de que estemos aquí, no es representativo de nada. Únicamente un grupo 
de energías de distinta vibración que observa el exterior a través de una especie de 
mente lenticular que se recrea simulando imágenes en 3D. Aunque si llegásemos a 
consolidar la completa negación de nosotros mismos, si llegásemos a comprender que 
lo que pensamos que somos o creemos ser, es nada, descubriríamos que podemos 
llegar a serlo todo y al mismo tiempo pertenecer al Todo. Y esto es lo importante.
Ahí se plantea una cuestión evidente y que precisamente es la clave de todas las
incógnitas. Un proceso con el cual conducirnos hacia un estado de plenitud en un camino
infinito hacia el Absoluto. Es indudable que me refiero al pensamiento trascendental.
Dicho pensamiento es lo verdadero, porque bebe de la fuente del Absoluto, del
Infinito. Del multiverso, de las multidimensiones.

Pensamiento que en el fondo está en todas partes, en todo lugar, instantánea y
simultáneamente. Pensamiento que en realidad nos transforma, nos libera y nos lleva 
hacia la autorrealización. Pensamiento que no es energía, porque si así fuera, estaríamos
hablando de materia, estaríamos hablando de un valor atómico determinado, y ese tipo de
pensamiento está más allá del considerando atómico de la materia. El espacio
tridimensional o físico no deja de ser un lastre. Un peso atómico determinado, que obliga 
a una transformación, sí, pero a una transformación densa y poco sublime.
En el fondo, la gran transformación radica en otros espacios adimensionales.
Porque es allí donde el pensamiento se sublima y perfecciona.

Existen dos tipos de pensamiento: el objetivo y el subjetivo. El primero, viene dado
por la razón absoluta, por la coherencia, por la inspiración, por la intuición, por la
creatividad. El segundo, nos viene dado por el ego en su experiencia tridimensional, 
por la recurrencia, por la repetición. Y en esa ágora constante en la que fluctúan 
ambos pensamientos, se establece un punto de unión en el que prevalece siempre
la razón objetiva y absoluta.

Añadir, que debido a la colaboración egoica de ese pensamiento subjetivo,
repetitivo y constante, llegamos a clarificar nuestro horizonte mental. Que esto significa
transmutación del ego, despertar consciencia.
Os contaré una historia que ocurrió en mi planeta.
En cierta ocasión, estábamos todos unidos bajo el común denominador del Amor y
nos preguntábamos si acaso en el Universo existiría otra fuerza distinta al Amor. Y en ese
momento ocurrió algo muy importante, y fue que nuestros espíritus vibraron en armonía
conduciéndose en una sola alma hacia el infinito. Allí pudo comprobarse que el Absoluto
no es únicamente una fuerza preponderante y magnífica, sino que además incluye la
pobreza de espíritu. El mal, tal y como lo conocéis en vuestras culturas.
Este hecho nos sobrecogió, porque creíamos que el Absoluto era pura perfección,
sin mácula alguna de deterioro o de imperfección. Y pudo observarse plenamente cómo,
dentro de Él, se movían aquellas energías que posibilitan el hecho cierto de la
imperfección. Así, si de las tinieblas aparece la luz, si la luz es tinieblas y las tinieblas 
es luz, el planteamiento que podamos tener del Absoluto, Dios, El Omnipresente, 
El Padre, El Uno, es el de perfecto.
Totalmente perfecto por el solo hecho de que no está sujeto a la ley de causa y
efecto, de la dualidad. Esto no significa que no contenga en sí mismo e intrínsecamente el
bien y el mal. Porque Él es el Creador. Él es el Absoluto. Él es quién define y divide en su
momento, creando la multidimensionalidad infinita. Y es cuando se experimenta o se
manifiesta la luz o las tinieblas.
Y para terminar, deciros que cuidéis de vuestros pensamientos. Porque el
pensamiento es lo más importante que tenemos.
Con Amor. Sili-Nur.

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