“DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA HAY UN ABISMO”
EL HOMBRE DEBE DARSE CUENTA DEL ERROR. 
PRINCIPALMENTE DE QUE NO CONSEGUIRÁ ACALLAR LAS VOCES DEL ESPÍRITU, 
DE LA CONCIENCIA, CONTINUANDO CON ESA LABOR DE OCULTAMIENTO 
DE LA REALIDAD BAJO UN HIPOTÉTICO ESTADO DE BIENESTAR. 
-Sili-Nur-

No me extraña la confusión, el desasosiego, la angustia, el sentido de culpabilidad
que ronda en la mente del ser humano de vuestro nivel. No me extraña esa sensación 
de vacío, de desamparo, de pocas luces, ante inopinados efectos naturales o bien 
producidos directamente por la mano del hombre: la contaminación atmosférica, 
la alteración del sistema ecológico y recalentamiento global del planeta, 
la contaminación de las aguas, tanto de los ríos como de los mares...
Y digo que no me extraña, ya que se está inmerso en un espejismo común que
transparenta una idealización que une a un mundo de ilusión.
Se olvida de lo más trascendental, lo más importante, lo más esencial y se destina
la vida al esfuerzo de un control permanente del bienestar material, 
en lugar de procurar por el buen funcionamiento de esa masa crítica planetaria 
que a todos incumbe, especialmente a las nuevas generaciones.

Es tanta la ilusión colectiva, que a veces reluce mucho más un buen aspecto
económico y social, la fascinación por las nuevas tecnologías, que la transparencia 
de la mente y de los sentimientos. De la intuición, en una palabra.
El Hombre debe darse cuenta del error. Principalmente, de que no conseguirá
acallar las voces del espíritu, de la conciencia, continuando con esa labor de 
ocultamiento de la realidad bajo un hipotético estado de bienestar.
La Naturaleza toda es un ejemplo de ordenamiento, de supervivencia, de orden.
Pero ese orden a veces deja de reestablecerse por causa de un interés colectivo 
más allá de la pura necesidad material.

El ciudadano de a pie, no debería distraerse pensando que ya tiene bastante con su
quehacer diario, que ya cumple con sus impuestos, que ya hace donativos, ayuda
humanitaria, respeta a los demás... Sí, todo eso es cierto, pero en realidad es insuficiente.
Generalmente, el Hombre se cubre de un aura de solemnidad, de buena fe, de fiel
cumplidor del orden social. Pero en realidad, todo eso es una simple fachada de cara 
al exterior para evitar problemas ulteriores o secundarios.
En realidad, abundan los falsos profetas que predican sin el ejemplo, y además
aplican muy poco en sí mismos de lo aprendido, asimilado y de alguna forma,
comprendido profundamente en su mente universal o cósmica. Lo absurdo del caso 
es que dicha actitud no es por desconocimiento, por causas ajenas a su voluntad, por
incomprensión profunda de sus mentes, por la inutilidad de su pensamiento o intelecto.
Los falsos profetas, en lugar de ayudar a la sociedad en la que viven, en manifestar
alegría y gozo y ejemplo de referencias, lo único que hacen es perjudicar la libre
disposición y transición de ideas, porque en el fondo no cumplen o cumplen muy poco, 
sus quehaceres diarios para con el resto.

 El matemático, por ejemplo, espera siempre que sus cálculos resulten efectivos
cuando de poner un proyecto en marcha se trata. Pero conoce sobradamente que, 
muchas veces, de la teoría a la práctica hay un abismo. Un error de cálculo, 
puesto que la percepción del mismo es imputable a este mundo tridimensional y, 
por lo tanto, fallan los esquemas, los cálculos, las apreciaciones, etcétera.
La razón de las cosas estará siempre bajo los parámetros de la mente y en función
del pensamiento, sea el que sea. Mas eso no quiere decir que dicho pensamiento esté
acertado. Aunque le pongamos todo el empeño y buena voluntad, los cálculos serán
cálculos y por lo tanto inexactos.
No hay matemática perfecta. Hay o existe un margen de error y, por lo tanto, nada
de lo que se calcule, por muy precisos que sean sus cálculos, por muy fácil que sea
establecer un paralelismo o comparación con efectos anteriores o posteriores, 
siempre excederemos en el error.

Esto quiere decir que siempre vigilaremos nuestro real entender, por si acaso no
funciona adecuadamente. Y ahí se expresa unánimemente una palabra: humildad. 
Por ello es importante la paciencia y la humildad. La humildad de saberse en 
inferioridad de condiciones, ante un medio tan imperfecto como es el tridimensional, 
y paciencia para lograr superar esta dificultad, creyendo que tal vez el error no esté 
en nosotros sino en el medio.
Con amor. Sili-Nur

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