LA LEY DE LA HUMILDAD, DE LA SENCILLEZ:  
"LA LEY DEL AMOR"

“Para esos sabios no habrá secretos, todo será descubierto, 
y todo lo que pregunten les será respondido, 
porque esa es la ley de la humildad, de la sencillez: 
la ley del amor. 
Y el amor no distingue.”
-Shilcars-

Queridos amigos, hermanos, atlantes todos, muy buenas noches, 
soy Shilcars del planeta Agguniom. 
Vamos a ir aprendiendo poco a poco, no es difícil, pero el tema
requiere constancia, paciencia, observación y autoobservación plena. 
Todo porque nuestros puntos de mira son muy limitados. 
Nuestro pensamiento siempre quiere más y más, cuando en realidad
si estuviese equilibrado y en comandita con el universo y su energía,
nuestro pensamiento pediría cada vez menos, y llegaría un momento en que
nada pediría. Nada desearía, nada perseguiría y, a cambio, paradójicamente
lo obtendría todo. 


Claro, desde muy jóvenes se nos ha enseñado la aplicación en el
estudio: en ser los primeros de clase. En obtener las mejores notas o
puntuaciones, para poder llegar a la edad adulta y ser un buen empleado, un
buen trabajador, un excelente profesional, un bendito científico, etc. etc. 
Pero, ¡que ninguno de ellos se pase de la raya!, que para eso se le ha
enseñado hasta dónde debe aprender y cómo debe aprender. Y cómo debe
actuar delante o ante la sociedad en la que vive. 
A todos se nos ha enseñado que somos una pieza importante para que
funcione el gran engranaje, pero a través del estudio y la aplicación y la
conformación de nuestro estado mental, en plan didáctico, se ha procurado
que nos reconozcamos como pieza necesaria, pero que nos olvidemos del
resto del conjunto, del organismo del cual y por el cual vivimos, y
sucumbimos al final. 

Así, con todos esos conocimientos que nos permiten establecernos en
este mundo 3D, con sus reglas, sus leyes lógicas y necesarias, y
convenientes sobre todo para el pastor, para que el rebaño no escampe, no
se disperse y no pueda luego controlarse, todo está muy bien. Pero con esa
técnica didáctica nos habremos convertido, francamente, en dóciles ovejas.
Mansas ovejas en espera de ser trasquiladas.     
No, amigos, hermanos, parad atención a todo ese aspecto que se os
ha planteado en la sociedad. No estoy hablando de anarquismo, ni mucho
menos, ni de un comunismo encubierto, somos apolíticos, porque el Cristo
Cósmico lo es por esencia, y nosotros seguimos sus pasos, sus
indicaciones, sus vibraciones. 
Y las mismas nos indican que habremos de decir no a todo aquello
que en principio nos parece interesante por lo de deslumbrante. 
Habremos de decir no a todo lo que afecte a la intelectualidad
profunda, a todo aquello que nos incite a ser los mejores, los campeones,
los únicos. 
Habremos de decir no a todo aquello que nos obliga a pensar
demasiado, no dejando espacio a la intuición, al fluir del pensamiento. 
Habremos de decir no a todo aquello que, cual regalo envenenado,
pero envuelto en lazo y agradablemente presentado, nos pueda parecer que
es lo mejor para nosotros, pero nos subyuga cuando probamos el primer
bocado. 

Estamos todos totalmente equivocados, hemos hecho un
planteamiento a la inversa, hemos seguido los dictados de nuestro deseo, 
de nuestro pensamiento, olvidando que nuestro pensamiento a veces, y
muchas veces, está confundido, disperso, es miedoso por naturaleza,
inconformista, impaciente, irracional, inseguro, irascible. 
No hemos de hacer caso a nuestro pensamiento, cuando nuestro
pensamiento está imbuido por una larga cadena de errores, que apenas nos
damos cuenta que los tenemos. 
Es difícil que el individuo, con un fondo natural y espontáneo, se
aperciba de que todo el mundo que le rodea, toda esa fantasía, todo aquello
que le han hecho creer que era lo mejor para él, repito, es muy difícil que
de ese estado hipnótico pueda salir y liberarse de sus cadenas, pesadas
cadenas de oscurantismo, propias de una mente confusa, dispersa, y
generalmente abocada al fracaso.
Y, ¿por qué hablo de fracaso y no de éxito? Pues muy sencillo, hablo
de fracaso porque persiguiendo el éxito únicamente llegaremos al fracaso
más absurdo. 
Y de eso nos daremos cuenta una vez nuestro sueño hipnótico
desaparezca y nos encontremos con nosotros mismos, tal cual somos, 
sin esos espejos que disfrazan la realidad y la confunden, cuando seamos
nosotros mismos en la posición psicológica interna, pura, cuando nos
deshagamos de todos los efectos y agregados psicológicos, apegos, que
desde pequeños nos habrá imbuido nuestra sociedad, protectora, nuestro
pastor.  

Pero claro, ese instante, cuando esto suceda, ya será tarde, y veremos
luego si podemos reingresar de nuevo teniendo esa oportunidad, y habiendo
acumulado tanta experiencia como para no repetir un siguiente fracaso. 
Y digo “veremos si tenemos esa oportunidad”, porque tal vez no la
tengamos. Tal vez tengamos que asistir a las consecuencias del rayo
sincronizador como espectadores, en una dimensión en la que podamos
observar las circunstancias, pero no transmutarlas.  
Y esto, que parece tan fácil de entender, incluso aparentemente sin
importancia, tiene mucha importancia, amigos, hermanos. Porque si llega
esa gran transformación, se cierra esta era y aparece una nueva primavera,
impulsada por el rayo sincronizador, todos los que en ese momento no
dispongan de cuerpo físico adecuado a su vibración, no podrán elevar su
nivel de consciencia, su nivel vibratorio, y por siglos y siglos permanecerán
en su punto, sin haber elevado ni lo más mínimo su nivel vibratorio, y por
lo tanto deberán repetir. 
Deberán permanecer en un nuevo estado vivencial, en el que habrán
de ser trotamundos, con niveles intelectuales muy limitados, con
capacidades muy limitadas también, y por lo tanto durante generaciones 
sus retornos, recurrentes, serán de gran sacrificio, dolor y oscurantismo. 
Porque los que verdaderamente despierten a ese llamado crístico, los
que verdaderamente se están preparando y entienden que lo menos
importante es la pura intelectualidad, y sí la apertura de corazón, la bondad
de nuestros actos y el amor, silencioso, que tengamos hacia los demás,
todos los que tengan esas inquietudes, lo será porque habrán despertado
verdaderamente a la realidad de su sueño hipnótico. 
Se habrán dado cuenta que lo menos importante es el lujo, la buena
vida, la intelectualidad, los conocimientos, y sí con mucho más respeto
dedicarán parte de su vida a la intuición. 
Y claro, la intuición tiene dosis muy importantes de nada, de no
aspirar a nada, de no querer nada, de no desear nada, de desapego, de
humildad, de sencillez. Como el Cristo Cósmico, que en todos los mundos,
ha aplicado su ley, que es la de la sencillez, la  humildad, incluso la de la
pobreza, conjuntamente con la gran dignidad que ella lleva consigo. 
Todos esos individuos que hayan despertado esta inquietud en su
interior, se volverán sabios, conocerán todas las lenguas, sabrán de los
grandes misterios del universo, conocerán la micropartícula y su expansión,
incluso reconocerán en sí mismos la pertenencia a las doce esferas del
universo. 

Para ellos no habrá secretos, lo sabrán todo, de la forma más humilde
y sencilla que pueda uno pensarse. Hablarán con los insectos, con las
mariposas, con los pájaros, con los peces, con los animales, con sus
mascotas... Ningún animal será capaz de atacarles, porque ese animal
intuitivamente reconocerá el amor que desprenden, a través de una
maravillosa energía vibracional. Y se postrarán a sus pies, 
sabiendo que son sus protectores. 
En todos esos individuos que comprendan ya que el gran
conocimiento está en lo más sencillo, y lo más sencillo es la respuesta que
damos a nuestro hermano, de la forma más sencilla y humilde, ahí estará la
gran sabiduría. 
Para esos sabios no habrá secretos, todo será descubierto, y todo lo
que pregunten les será respondido, porque esa es la ley de la humildad, de
la sencillez: la ley del amor. Y el amor no distingue. 
Amor, Shilcars.


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